La película de Ciencia Ficción
“
La Llegada” comienza con una escena donde la lingüista protagonista se dirige
a sus estudiantes universitarios. “hoy vamos a hablar de las lenguas romances.
“Sabéis porqué el portugués tiene una fonética tan diferente al resto de lenguas
latinas?....”
Lamentablemente, la respuesta queda en el aire porque una
alumna interrumpe la clase anunciando el avistamiento de naves del más allá….
Pero es cierto… ¿Por qué la melodiosa fonética lusa hace que
todo sea ininteligible cuando lo escuchamos, mientras el portugués escrito se
nos revela tan comprensible y cercano? (Aunque mucho cuidado con los falsos
amigos: no solo nata es crema, y viceversa, sino que su “escovinha de dentes”
es nuestro cepillo de dientes)
¿Por qué comenzar una crónica de viajes hablando de lengua?
Para no parecer un capricho, citemos a Fernando
Pessoa, que usando como
vehículo de expresión a su heterónimo Bernardo Soares, afirmó en el “libro del
desasosiego”: "
Minha patria é a língua portuguesa"
Desengañémonos… si en Portugal alguien, generalmente
relacionado con la hostelería, nos habla y le entendemos, no es por nuestro don
de lenguas… sino porque intenta hablarnos en español… ¿cuestión de educación?
Quizás la policía no tenga ese sentimiento…
El acuerdo de Shengen
en suspenso en un tren de madrugada
Cuando nuestro tren nocturno debía haber abandonado Castilla,
ya galopando sobre Portugal, nosotros yacíamos adormilados en nuestras literas.
A eso de las tres de la madrugada algo
nos sobresaltó: Un secreta portugués, acompañado de dos uniformados, al grito
de “fiscalização !!!!” corrió de golpe la puerta del compartimento. Luego supimos
que “fiscalização” es otro “falso amigo” lingüístico: quiere decir “inspección”.
Resulta que buscaban droga: venían a husmear con un pastor
alemán.
Por supuesto, nosotros, ciudadanos creyentes en las bondades
del Espacio Schengen, ahogamos nuestra somnolienta protesta antes los
uniformados y su perro.
¿Cómo era posible que ciudadanos comunitarios fuesen
despertados de madrugada para ser tratados como camellos?
Todo se agravó porque el perro se cebó con el petate de un
jovencito que compartía litera con nosotros. Para colmo, él negó tres veces,
como un tal Pedro, tener nada que declarar. Sin embago, el estupa portugués
solo atendía a las razones de su adiestrado perro.
Efectivamente, tras la aparición de tres porros preparados
para fumar, la insistencia del perro dio con varias chinas en el petate del
asustado chaval. Efectivamente, se lo llevaron. En palabras del secreta, su
pecado no era solo la posesión, sino la mentira, “usted no ha sido honesto” le
dijo.
El detalle que riza el rizo nunca lo supo el policía: el
petate que alojaba las chinas era de la novia del chico, una estudiante Erasmus.
Los compartimentos de literas están discriminados por sexos, y ella, que
viajaba un vagón más allá, le había dejado su bolsa. Él, como buen caballero,
la asumió como propia. Quizás desconocía la existencia del costo, pero tampoco
parece que el poli le hubiese hecho mucho caso si hubiese intentado decir que
no era suya… “Eso dicen todos”, le contestaría el portugués.
Seguimos durmiendo… sin embargo, nuestra llegada a la
Estación de Oriente de Lisboa, nos sorprendió con un registro masivo de maletas
y documentación a quienes viajábamos en ese tren olvidado de Shengen.
Jamás supimos si el chico fue arrestado, si se reunió con
ella, o si ella siguió viaje sola…
Cómo ir a Lisboa entre
lo sostenible y la Saudade: el tren nocturno
Greta ya se defiende sola.
Para cuando ella ha metido en la
misma coctelera sostenibilidad viajera, primar la huella ecológica sobre la
velocidad, en definitiva, apostar por el tren frente al avión… viajando así
desde Lisboa a Madrid… una abrumadora minoría sabe que dejaba fuera un
ingrediente asociado a los viajes: el romanticismo con aroma a cierta aventura
que solo el tren aporta a sus viajeros… ese romanticismo que acoge quizás esa
intraducible
Saudade de la que hablan los portugueses.
Más tarde haremos un
intento de acercarnos a este término que parece explicar cómo te sientes, pero
nadie sabe explicar.
Lo cierto es que los trenes nocturnos que antes recorrían Europa,
casi abandonados por el pelotazo turístico de los vuelos low cost, parece que tímidamente
repuntan.
La península Ibérica, así sin hacer ruido, aún está unida
por trenes nocturnos: Una une Lisboa con Madrid, y tiene el literario nombre de
“Tren hotel Lusitania”.
El nuestro, más humilde en cuanto nombre, “Surexpreso”, es
también muy humilde en cuanto origen. Hoy día une Hendaia con Lisboa.
Pero hasta hace solo unos 20 años era un tren que unía París con
Lisboa, pasando por Hendaia, y con ramificación hacia Oporto. Efectivamente, el
tren de la emigración con maletas de cartón. Eso de lo que ya nadie se acuerda.
Sin nostalgias ni saudades. ¿Estás aburrido de ir a Loiu,
salir con prisas, controlando la cantidad de calcetines que llevas, hacer cola
durante horas y ser embotado entre filas estrechas?
Pues, dando un paseo desde tu casa, sin prisas te acercas a
la estación de Donosti sobre las 18.00 (una hora y media más tarde en Gasteiz),
y esperas a que llegue.
Y una vez te acomodan, leer o charlar hasta que te apetezca, incluso cenar compartiendo la tortilla y la bota de vino con tus vecinos (lo bien repatido, mejor sabe), y a
dormir... 12 horas después de montarte, incluso tras haber tomado un café en el
tren, llegas a Lisboa…
y antes, la luz del
estuario del Tajo te espabila a las puertas de la Estación de Santa Apolonia, justo al pie del famoso, popular, fadista, y tristemente gentrificado, barrio de la Alfama.
¡Hemos llegado!
